En su introducción, el texto alerta sobre cómo la complejidad del trastorno por déficit de atención e hiperactividad puede complicar su evaluación, e incrementar el riesgo de realizar un diagnóstico erróneo. A este respecto, señala el significativo incremento registrado en la pasada década, tanto en la incidencia de este trastorno como en la prescripción de psicoestimulantes para su tratamiento, y que, a juicio del Consejo, podría explicarse por la presencia de diversos factores, tales como los cambios en los elementos del entorno, la creciente conciencia del TDAH, un posible sobrediagnóstico, o la excesiva confianza en la medicación. Igualmente, advierte de las desigualdades en el acceso a la atención, del estigma y conceptos erróneos que rodean al TDAH, y de la formación inadecuada de los profesionales en tanto que podría conducir a su infradiagnóstico e infratratamiento.
El Consejo Europeo reconoce la necesidad de llevar a cabo un tratamiento multimodal del TDAH, combinando las intervenciones médicas, conductuales y educativas. Asimismo, a nivel de investigación sobre el tratamiento, llama la atención sobre el volumen de estudios centrados principalmente en las intervenciones farmacológicas, “sin la suficiente consideración de otras opciones de tratamiento, en particular, las intervenciones conductuales/psicosociales dirigidas a la enseñanza de habilidades que mejoren el comportamiento de los niños con TDAH”.