El 13 de abril a sus 93 años de edad, nos dejó Paul Greengard,
un hombre apasionante, físico, inconformista, lleno de creatividad, y que nos
ha aportado a la Psicología la comprensión de los mecanismos neuroquímicos en
la transmisión interneuronal.
Entre
finales del siglo XX y principios del XXI, el Doctor Santiago Ramón
y Cajal desarrolló la Doctrina Neuronal describiendo la forma y modos de
conexión entre las neuronas. Por ello fue galardonado con el premio Nobel de Medicina en 1906. Ramón
y Cajal llamaba "besos" a esta sinapsis y comunicación neuronal.
Durante
más de 50 años, la mayor parte de la comunidad científica pensaba que estos
"besos" eran básicamente eléctricos; sin embargo, un médico sueco, Arvid Carlson, había
aislado e identificado a la dopamina como parte fundamental en la transmisión
cerebral así como en el control de los movimientos. Y junto con él, nuestro
hombre, Greengard, describió cómo la dopamina y otras moléculas funcionaban
para lograr la transmisión neuronal.
Ya
en el siglo XXI junto a quien relacionó los procesos neuroquímicos, la memoria
y el aprendizaje, Eric
Knadel, Arvid y Greengard compartieron el premio Nobel de Medicina en 2000.
El
desarrollo del estudio de la dopamina, nos demostró que es un neurotransmisor
presente en muchas áreas cerebrales y que tiene más funciones que la comunicación
neuronal o los movimientos corporales. Simplificando muchísimo, la liberación
de dopamina nos da placer y nos refuerza a repetir comportamientos. Por eso, en
la terapia, es imprescindible tener en cuenta cómo puede actuar en las
diferentes personas y sus comportamientos.
Si os
apasiona tanto como a mí, la relación entre la física, la historia y la
psicología, os invito a leer un buen artículo que desarrolla las principales
aportaciones de Paul Greengard. Lo escribió el periodista científico Manuel
Ansede ayer en El
País, de donde he tomado la fotografía de Greengard.
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