Apostar por la
experiencia de vivir o cómo las tecnologías de la información y las redes
sociales digitales transforman a las personas y los sentidos.
Cuando vives
en una gran ciudad puede ser que no te extrañes al ver personas en el
transporte público o, caminando por la calle pegadas a una pantalla de teléfono
o tablet. Puede parecernos incluso normal que mientras las personas caminan,
suben peldaños o cruzan calles, no levanten la mirada del teléfono cual
invidentes que han aprendido a moverse por los espacios sin necesidad de mirar.
Sin embargo, cuando convives con personas que no tienen normalizado este
comportamiento o bien te desplazas a otros lugares donde no está generalizado,
la perspectiva con la que vemos estas costumbres son bien distintas.
Un claro ejemplo
puede verse en esta fotografía tomada del artista Antoine Geiger’s de su serie “Sur Fake” (Paris, 2015), en ella retrata un
grupo de personas visitando un museo de pintura y en lugar de mirar los
cuadros, tienen la mirada clavada en sus smartphones y tablets.
La reflexión que me gustaría plantear
esta semana es que tenemos tecnología útil para resolver cuestiones prácticas
de nuestra vida como los smartphones y tablets, y sin embargo, en algunas
ocasiones, el uso que hacemos de esta tecnología vacía el sentido y la
funcionalidad con la que se presentan en el mundo.
¿Para que visitamos una pinacoteca? ¿Para
fotografiarla y contárselo a las personas con las que no hemos compartido la
visita? ¿Tanto nos cuesta desconectar de la tecnología que debía estar a
nuestro servicio para privarnos de la experiencia de observar el cuadro
original que pintó aquella pintora, con sus texturas, las correcciones o los
diferentes puntos de vista que tiene el cuadro cuando lo miras desde diferentes
posiciones?
Otro ejemplo relacionado con el anterior
post sobre la “necesidad” de evadirnos, podría ser la lógica en la que podemos
movernos al planear un viaje para desconectar de la rutina, de las personas y
del lugar en el que residimos habitualmente; y cuando hacemos miles de kilómetros,
horas de viaje y nos desplazamos a un lugar completamente diferente, pasamos
más tiempo fotografiándolo, publicándolo e interactuando con nuestra realidad
cotidiana que viviendo las experiencias que nos reserva nuestro destino de
vacaciones.
Quizás necesitemos más tiempo para poder
desconectar de rutinas que no deseamos que gobiernen nuestra vida al margen de
nuestra voluntad, o quizás, simplemente poniéndole consciencia a lo que hacemos
en cada momento y apostando por la vida, pueda bastarnos para estar conectadas
a lo que elegimos hacer en cada momento.
hmm
ResponderEliminarOtro ejemplo relacionado con el anterior post sobre la “necesidad” de evadirnos, podría ser la lógica en la que podemos movernos al planear un viaje para desconectar de la rutina, de las personas y del lugar en el que residimos habitualmente; y cuando hacemos miles de kilómetros, horas de viaje y nos desplazamos a un lugar completamente diferente, pasamos más tiempo fotografiándolo, publicándolo e interactuando con nuestra realidad cotidiana que viviendo las experiencias que nos reserva nuestro destino de vacaciones.
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