La eficacia y utilidad clínica de los tratamientos
psicológicos empíricamente apoyados (TEAs) y los tratamientos farmacológicos
(TF), para el tratamiento de los TA, ha quedado sobradamente demostrada. Sin
embargo, ante la retirada de los TF aparecen problemas de
recaídas o limitaciones en el mantenimiento de sus logros, por lo que
requieren de TEAs adjuntos para optimizar sus resultados y alcance (Otto, Smits y Reese, 2006). Sin embargo,
hay un amplio el debate sobre los posibles beneficios de añadir TF a los TEAs.
Hay autores que sostienen que los TF podrían facilitar determinados procesos
como la desensibilización, la extinción o la relajación (tan importantes en el
tratamiento de los TA), mientras que otros autores plantean que los TF no
benefician estos procesos e incluso los interfieren.
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